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CONVOCATORIA

        En una entrevista publicada en el n°46 de La Quinzaine littéraire (marzo de 1968), Michel Foucault hacía notar su pertenencia “a una generación cuyo horizonte de reflexión estaba en general definido por Husserl”, y, de modo más específico, por la recepción de la fenomenología husserliana en Francia por parte de Sartre y Merleau-Ponty. Sin embargo, durante la primera mitad de la década de los 50 –aduce Foucault– aquél “horizonte” se habría derrumbado en virtud de una confluencia de preocupaciones “de orden político, ideológico y científico”, así como de una diversificación de los terrenos de gestación de la actividad filosófica; cuestiones ante las cuales la fenomenología se mostraba insuficiente, e incluso, apunta Foucault, demasiado desatenta ante apuestas teóricas de carácter más limitado o “regional”. En esa medida, trabajos como los de Roman Jakobson o Georges Dumézil, marcarían la deficiencia, y al mismo tiempo, un cierto camino a seguir.

 

        Pero junto con mostrar la necesidad de establecer un punto de ruptura con respecto a la fenomenología, Foucault desprenderá como uno de sus efectos “el esfuerzo” de algunos “intelectuales comunistas  para revisar los conceptos de Marx”, para reevaluarlos y redefinirlos; un esfuerzo “político” que sería indesligable de un esfuerzo “científico”, dado que, como el propio Foucault se encarga de remarcar, a las alturas de la época en que concede la entrevista, “toda forma de acción política” no resulta concebible sino es en un estrecho vínculo “con una rigurosa reflexión teórica”.

       

        En este sentido, podríamos precisar que, de acuerdo a la lectura de Foucault, un trabajo riguroso con el texto de Marx tendría que depender, al menos en algún punto, de una ruptura con la filosofía fenomenológica.

 

        Sin embargo, una ruptura entre la fenomenología y la teoría marxista en el contexto francés de los años 50 y 60 estaría lejos de ser algo de suyo evidente.

 

        Un hito importante dentro de este panorama es la publicación del libro de Tran Duc Thao, Phénoménologie et matérialisme dialectique (1951), resultado de una memoria presentada a Jean Cavaillès; una obra que, hoy lo sabemos mejor, influyó de modo importante en los trabajos tempranos de autores como Jean-François Lyotard (La phénoménologie, de 1954) o Jacques Derrida (Le problème de la genèse dans la philosophie de Husserl, de 1953/54, e Introduction à "L'Origine de la Géométrie" de Husserl, de 1961).

 

        Más allá del reconocimiento que durante la década del 40 y comienzos de los años 50 Tran Duc Thao recibió por parte de Cavaillès y Merleau-Ponty, el cual, entre otras cosas, le permite publicar regularmente en la revista Temps modernes (entablando incluso una controversia con Sartre en torno a la relación entre fenomenología y marxismo) y al eco suscitado por Phénoménologie et matérialisme dialectique en autores como Paul Ricœur (la crónica publicada en revista Esprit –“Sur la phénoménologie”– en diciembre de 1953) o Ronald Barthes (quien publica una reseña al libro de Thao en Combat, en octubre de 1951), podríamos enunciar, de modo problemático, que en relación con la lectura “marxista” de Tran Duc Thao sobre Husserl, bien cabría afirmar aquello que Derrida señala sobre una dificultad a la que él mismo se ve conducido en De la grammatologie (1967), esto es, a la imposibilidad de “romper con una fenomenología trascendental” al mismo tiempo que no es posible “reducirse a ella”. Pero si Tran Duc Thao ha podido establecer un punto de ruptura con la fenomenología a través de Marx, y si no ha podido hacerlo sino es manteniendo todavía una cierta fidelidad al trascendentalismo fenomenológico, esto podría indicar, más bien, que Tran Duc Thao ha querido precisamente romper con el trascendentalismo buscando en la fenomenología genética un post-trascendentalismo. La ruptura de Derrida con el trascendentalismo, en cambio, parece ser sólo hasta cierto punto. Punto en relación con el cual es posible incluso seguir manteniendo una relación con Hegel, si bien sobre la base de un desplazamiento ínfimo y radical. Se podría decir que Derrida ha establecido un punto de ruptura con la fenomenología por la vía de Marx a través de Tran Duc Thao, pero no sin haber comenzado por reconocer la necesidad de asumir algunas consecuencias “dialécticas” en Husserl, vale decir, sin desechar el trascendentalismo husserliano. Que muchos años después  –precisamente en un libro dedicado a Marx, del año 93– Derrida reconozca la herencia marxista como algo “determinante”, puede ser entendido perfectamente en su caso como una relación con Tran Duc Thao, pero donde la dialéctica en Husserl le ha dado a pensar la complicación de un trascendentalismo cuyos espectros eran los de Marx. Y todo ello, sin dejar de recordar que la “irregionalidad” o “anarquía” del noema es enunciada por Derrida en Spectres de Marx como “posibilidad radical de toda espectralidad”. 

 

        Del mismo modo, cabría levantar, entre éstas, otras interrogantes sobre el eje fenomenología/marxismo. Por ejemplo, en relación con Gaston Bachelard y Louis Althusser, allí donde una noción importante que Althusser recoge de Bachelard para leer a Marx (la de “ruptura epistemológica”), ha sido elaborada por éste desde una compleja implicación con la fenomenología husserliana, en un decurso que podría seguirse desde el Nouvel esprit scientifique (1934) a la Poétique de l'espace (1957). De ahí que pudiera resultar pertinente preguntarnos –y es una pregunta entre otras posibles–qué tipo de cuestiones estarían en juego  cuando en 1968, en “Lénine et la philosophie”, Althusser señale a Husserl como el “aliado objetivo de Lenin…contra el empirismo y el historicismo”.  

 

        Cuestiones de similar calado podrían seguirse en relación con un autor no menos relevante para calibrar el eje en cuestión: Jean-Toussaint Desanti. Ya sea en artículos como “Le  ‘jeune Marx’ et la métaphysique” (1947) o en obras de mayor extensión como Phénoménologie et praxis (1963) y Les idéalités mathématiques (1968), donde incluso, desde una cierta “dialéctica”, podría entablarse una discusión en torno a la historicidad en relación con Husserl.  Se juega también aquí una inflexión teórica en la que una problemática marxista no deja de estar concernida, y que por ejemplo Jean Hyppolite, en un artículo de 1968 (“Le ‘scientifique’ et l’’idéologique’ dans une perspective marxiste”), grafica con precisión.

 

        Habiendo constatado la “coexistencia” entre un “mundo comunista…con un mundo capitalista” (que aparecía en su propia especificidad respecto al siglo antecedente), Hyppolite pone de relieve las “nuevas interrogaciones sobre el marxismo”, el “retorno sobre las obras y los textos fundamentales de Marx que no se pueden separar de las interpretaciones de Lenin”, que de la mano de Althusser comprendería la apuesta sobre una “ciencia nueva” (el materialismo histórico que en Marx y Lenin se ha desarrollado “filosóficamente” desde el prisma del materialismo dialéctico). Mas se trataría, según Hyppolite, de una tentativa que no se vuelve concebible sin la renovación de la “epistemología” llevada a cabo por Bachelard “sobre la forma de una fenomenotécnica” concebida como una “práctica teórica”.  En ese marco, señala Hyppolite –atendiendo a una reverberancia fenomenológica casi inevitable– que “esta práctica teórica (expresión que L. Althusser aplica a la obra científica de Marx), este nuevo espíritu científico” pretende diferenciarse “de un empirismo y de un positivismo”, siendo “lo contrario de una lectura o de una traducción inmediata de la experiencia vivida, de lo que en la vida cotidiana llamamos lo real”. Esta nueva “práctica teórica” –tanto en Bachelard como en Althusser, si seguimos a Hyppolite– exige reconocer los obstáculos “que encuentra siempre el ‘científico’ en lo que se toma por una experiencia inmediata”.

 

        Ahora bien, sobre estos motivos,  que traspasarán la década de los 60, habría que destacar, como un aspecto notable, el trabajo de Michel Henry. Entre 1969 (“Introduction à la pensée de Marx”) hasta  1984 (“La Vie, la mort. Marx et le marxisme”), Henry elabora una serie de escritos que abordan la relación entre la fenomenología y los textos de Marx. En medio, en 1976, publicará dos tomos sobre Marx (I: Une Philosophie de la réalité y II: Une Philosophie de l’économie). Con posterioridad, aunque la recurrencia de la cuestión es mucho menor, no deja de abordar Henry a Marx y la fenomenología, como es el caso de una conferencia en Montpellier en 1996 (“Phénoménologie et sciences humaines. De Descartes à Marx”). En efecto, apuntando que la ineptitud que Marx observa en los economistas en relación con una comprensión sobre lo que es el trabajo radica en su inadvertencia de que el trabajo “es un objeto que no existe en la realidad”, Henry señalará entonces que Marx “ha genialmente comprendido que los objetos de las ciencias no existen en la realidad y que debe haber, por consiguiente, una génesis trascendental de su posibilidad, al igual que el origen de la geometría es la posibilidad lógica de la constitución de un objeto ideal que no existe en la naturaleza”.

 

        La tarea que Henry emprende en torno a la fenomenología y la obra de Marx –que también implicará otros énfasis filosóficos, lo cual se puede apreciar desde la publicación de Philosophie et phénoménologie du corps, en 1965– se vincula con un renovado interés por la tradición fenomenológica en Francia, que se deja apreciar con mayor nitidez desde fines de los años 60. Entre otros, podríamos mencionar a Gérard Granel, desde Le sens du temps et de la perception chez E. Husserl, de 1969 (texto que se encuentra en germen en un curso realizado entre 1962 y 1963). De Granel podríamos mencionar una serie de escritos donde una problemática “fenomenológica” se encuentra ampliamente comprometida. Trátese de Kant (L'équivoque ontologique de la pensée kantienne (1970)), Derrida (“Jacques Derrida et la rature de l’origine” (1967)), Heidegger (“Remarques sur le rapport de Sein und Zeit de la phénoménologie husserlienne” (1970)) o Marx (“L’ontologie marxiste de 1844 et la question de la ‘coupure’” (1969)). También, cabría marcar, entre otros, el trabajo de Jean-Luc Marion (de Marion, por ejemplo, L’idole et la distance (1977), Dieu sans l’être (1982), Réduction et donation. Recherches sur Husserl, Heidegger et la phénoménologie (1989) o Étant donné. Essai d’une phénoménologie de la donation (1997)); Didier Franck (Chair et corps: Sur la phénoménologie de Husserl (1981)); Rudolf Bernet (La vie du sujet. Recherches sur l 'interprétation de Husserl dans la phénoménologie (1994) o Conscience et existence. Perspectives phénoménologiques (2004)); Natalie Depraz (Transcendance et incarnation, le statut de l’intersubjectivité comme altérité à soi chez Edmund Husserl (1995) o Lucidité du corps. De l’empirisme transcendantal en phénoménologie (2001)); Claude Romano (L’événement et le monde (1998), L’évènement et le temps (1999) o Il y a (2003)); Françoise Dastur (Husserl. Des mathématiques à l’histoire (1995)) o Jocelyn Benoist (Autour de Husserl : l'ego et la raison (1994), Intentionnalité et langage dans les Recherches logiques de Husserl (2001) o Sens et sensibilité. L’intentionnalité en contexte (2009)). Benoist ha publicado además, recientemente, junto a Michel Espagne, un volumen compilatorio dedicado a Tran Duc Thao, que incluye una reedición de Phénoménologie et matérialisme dialectique (L’itinéraire de Tran Duc Thao. Phénoménologie et transferts culturels (2013)). Asimismo, habría que inscribir en este entramado a Marc Richir, con obras como Au-delà du renversement copernicien. La question de la phénoménologie et de son fondament (1976) o Phénoménologie et Institution Symbolique (1988).

 

        Se trata, sin duda, de preocupaciones de diversa índole que sería necesario calibrar en su justa especificidad. No obstante, si otorgamos crédito a las apreciaciones de Foucault apuntadas más arriba, cabe especificar que se trataría de una confluencia (que no es precisamente una coincidencia) entre la irrupción de las así llamadas “ciencias humanas” y una cierta ruptura con la fenomenología husserliana (y no habría que dejar de atender, tal vez, a un alcance de François Dosse en Histoire du structuralisme (1991), a propósito de que una separación de Foucault con respecto a la fenomenología sería solidaria de una separación respecto de la problemática marxista). En esta misma dirección es que Maurice Blanchot en 1969 (en L’entretien infini) apuntará que es “[l]a ambigüedad resbaladiza de una trascendencia o de un a priori (que no quiere declararse) y de una positividad (que no deja de condenarse) [la que] constituye la originalidad de las nuevas ciencias humanas donde el hombre se busca como ausente”.

 

        Pero además podría indicarse que es esta misma sobrepuja la que de algún modo resulta gravitante, a su vez, en lo concerniente a una renovación del cuestionamiento trascendental, por ejemplo, por parte de Levinas y Derrida, pero también por parte de Granel y Marion, en un decurso donde autores como Gilles Deleuze, Jean-Luc Nancy o Catherine Malabou, también tendrían mucho que decir.

 

       Por otra parte, en la complejidad de todos estos bordes, la pregunta por una problemática “post-trascendental” o “post-fenomenológica” ameritaría más de una vuelta. Algunas consecuencias de lo que podría implicar un margen de este tipo han sido por ejemplo calibradas por Éric Alliez en De l'impossibilité de la phénoménologie (1995) o Dominique Janicaud en La phénoménologie éclatée (1998). De cualquier modo, la cuestión de un post-trascendentalismo (que tal vez ya no podría estar más desligado de una época “post-fenomenológica”) se encuentra en una relación estrecha con una problemática marxista. En esta perspectiva, se podría buscar quizá cierta relación de afinidad, por la vía de una complicación fenomenológica, entre la noción de "meta-estructura" de Jacques Bidet (ver Théorie générale (1999); Explication et reconstruction du Capital (2004) y la noción de espectralidad de Jacques Derrida en Spectres de Marx (1993)). En una dirección similar, cabría interrogar en qué sentido el problema de la “génesis” (o más bien, el problema génesis/estructura) es el que ha podido suscitar la atribución de Lucien Goldmann en Marxisme et sciences humaines (1970) a Althusser de un “estructuralismo estático”, donde Goldmann entiende que concebir las relaciones de producción en Marx según Althusser como un “comienzo absoluto” implicaría plantear una estructura carente de génesis. A propósito, es Vittorio Morfino, quien en un trabajo presentado en Buenos Aires en 2011 (“Individuación y transindividual. De Simondon a Althusser”), ha puesto énfasis sobre este punto, mostrando que el problema de la génesis en Althusser tendría que ser especificado de acuerdo al de la “causalidad estructural”, cuya tentativa arraiga en “definir las formas específicas de una dialéctica materialista”. Morfino ha calibrado esta cuestión desde el concepto de “transindividual” de Gilbert Simondon (L’Individuation psychique et collective, publicación póstuma de 1989, cuyas dos primeras partes aparecen en 1954 bajo el título: L’Individuation et sa genèse psyco-biologique). Leído en Althusser, dicho concepto entregaría una clave, según Morfino, para pensar “la no contemporaneidad, la temporalidad plural...la marca de la contingencia de la estructura”. Por cierto, se trataría aquí, en términos de Simondon, de una estructura “metaestable”, que si retomamos a Bidet podríamos hacer reverberar en su planteamiento de una “meta-estructura”. Que el planteamiento de una estructura de este tipo no pueda dejar de estar ligada, en un punto que no es cualquiera, a una complicación fenomenológica, es asunto que dejamos abierto al debate. Como bien Morfino cuida de apuntar en su escrito en torno a Simondon y Althusser, “el tiempo de lo transindividual no puede ser la contemporaneidad, el bloßes Zugleichsein de las mónadas de la que Husserl dice que funda el tiempo de la historia, sino lo no contemporáneo".

 

        Sin pretender constreñir otras líneas posibles de alcance sobre el enunciado que nos convoca, invitamos a todos quienes tengan a bien considerarlo, a enviarnos sus propuestas de exposición para ser presentadas en el coloquio.

 

        Para ello, les invitamos a revisar, en este mismo sitio web, la pestaña "envío de resúmenes", donde se encuentran todas las especificaciones atingentes a este punto.

PATROCINAN 

Laboratorio de Pensamiento Intercultural y Filosofía

Centro de Estudios Griegos

Facultad de Filosofía y Humanidades Universidad de Chile

 

 

 

Escuela de Sociología

Programa de Filosofía

 

 

Centro de Análisis e

Investigación Política

 

 

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